lunes, 20 de noviembre de 2017

LECTURAS DEL LUNES XXXIII DEL T. ORDINARIO 20 DE NOVIEMBRE (VERDE)


Jesús le dijo: "Recobra la vista; tu fe te ha curado".







ANTÍFONA DE ENTRADA Si 36, 18-19

Concede, Señor, la paz a quienes en ti esperan; escucha las oraciones de tus hijos y guíanos por el camino de la justicia.

ORACIÓN COLECTA

Dios no sólo de la paz, sino la paz misma, a quien los sembradores de la discordia no pueden comprender, ni aceptar quien ama la violencia, concede a los que trabajan por la paz perseverar en su propósito de hacer el bien, y a los que la obstaculizan, olvidarse del odio, para que su corazón sane. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. 

LITURGIA DE LA PALABRA

Muy grande fue la prueba que soportó Israel.

Del primer libro de los Macabeos: 1, 10-15. 41-43. 54- 57. 62-64


En aquellos días, surgió un hombre perverso, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado como rehén en Roma. Subió al trono el año ciento treinta y siete del imperio de los griegos.


Hubo por entonces unos israelitas apóstatas, que convencieron a muchos diciéndoles: "Vamos a hacer un pacto con los pueblos vecinos, pues desde que hemos vivido aislados, nos han sobrevenido muchas desgracias".

Esta proposición fue bien recibida y algunos del pueblo decidieron acudir al rey y obtuvieron de él autorización para seguir las costumbres de los paganos. Entonces, conforme al uso de los paganos, construyeron en Jerusalén un gimnasio, simularon que no estaban circuncidados, renegaron de la alianza santa, se casaron con gente pagana y se vendieron para hacer el mal.

Por su parte, el rey publicó un edicto en todo su reino y ordenó que todos sus súbditos formaran un solo pueblo y abandonaran su legislación particular. Todos los paganos acataron el edicto real y muchos israelitas aceptaron la religión oficial, ofrecieron sacrificios a los ídolos y profanaron el sábado.

El día quince de diciembre del año ciento cuarenta y cinco, el rey Antíoco mandó poner sobre el altar de Dios un altar pagano, y se fueron construyendo altares en todas las ciudades de Judá. Quemaban incienso ante las puertas de las casas y en las plazas; rompían y echaban al fuego los libros de la ley que encontraban; a quienes se les descubría en su casa un ejemplar de la alianza y a los que sorprendían observando los preceptos de la ley, los condenaban a muerte en virtud del decreto real.

A pesar de todo esto, muchos israelitas permanecieron firmes y resueltos a no comer alimentos impuros. Prefirieron la muerte antes que contaminarse con aquellos alimentos que violaban la santa alianza. Muy grande fue la prueba que soportó Israel.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.


Del salmo 118 

R/. Ayúdame, Señor, a cumplir tus mandamientos.


Me indigno, Señor, porque los pecadores no cumplen tu ley. Las redes de los pecadores me aprisionan, pero yo no olvido tu voluntad. R/.


Líbrame de la opresión de los hombres y cumpliré tus mandamientos. Se acercan a mí los malvados que me persiguen y están lejos de tu ley. R/.

Los malvados están lejos de la salvación, porque no han cumplido tus mandamientos. Cuando veo a los pecadores, siento disgusto, porque no cumplen tus palabras. R/.


ACLAMACIÓN  Jn 8, 12



R/. Aleluya, aleluya.

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida. R/.

Qué quieres que haga por ti? —Señor, que vea.

Del santo Evangelio según san Lucas: 18, 35-43


En aquel tiempo, cuando Jesús se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado a un lado del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello, y le explicaron que era Jesús el nazareno, que iba de camino. Entonces él comenzó a gritar: "¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!". Los que iban adelante lo regañaban para que se callara, pero él se puso a gritar más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!"


Entonces Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?" Él le contestó: "Señor, que vea". Jesús le dijo: "Recobra la vista; tu fe te ha curado".

Enseguida el ciego recobró la vista y lo siguió, bendiciendo a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios. 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Señor, que el sacrificio de la salvación de tu Hijo, Rey de la paz, ofrecido bajo estos signos sacramentales con los que se simbolizan la paz y la unidad, sirvan para estrechar la concordia entre todos tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Mt 5, 9

Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, en abundancia, el espíritu de caridad, para que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Unigénito, fomentemos con eficacia entre todos la paz que Él mismo nos dejó. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

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