miércoles, 2 de octubre de 2013

LECTURAS DEL MIÉRCOLES XXVI DEL T. ORDINARIO 2 DE OCTUBRE SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS


Sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.





ANTÍFONA DE ENTRADA (Dn 3, 58)

Ángeles del Señor, bendigan al Señor; alábenlo y glorifíquenlo eternamente.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que con amorosa providencia has enviado a tus santos ángeles para que nos guarden, concédenos experimentar su protección aquí en la tierra y disfrutar, junto con ellos, la felicidad del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Si le parece bien a mi señor, el rey, déjeme ir para reconstruir la ciudad de mis padres.

Del libro de Nehemías: 2, 1-8


En el primer mes del año veinte del reinado de Artajerjes, siendo yo, Nehemías, el copero mayor, serví una copa de vino y se la ofrecí al rey. Nunca me había presentado ante él con cara triste. Entonces el rey me preguntó: "¿Por qué estás tan triste, si no estás enfermo? ¿Qué es lo que te preocupa?"

Sentí entonces un gran temor y le respondí: "Que viva el rey para siempre. ¿Cómo no he de estar triste, cuando la ciudad donde se hallan enterrados mis padres está en ruinas y sus puertas consumidas por el fuego?" El rey me dijo: "¿Qué es, pues, lo que quieres?"

Me encomendé al Dios del cielo y le contesté al rey: "Si le parece bien a mi señor, el rey, y si está satisfecho de mí, déjeme ir a Judá para reconstruir la ciudad donde están enterrados mis padres". El rey y la reina, que estaba sentada a su lado, me preguntaron: "¿Cuánto durará tu viaje y cuándo volverás?" Al rey le pareció bien el plazo que le indiqué y me permitió ir.

Entonces yo añadí: "Ruego a mi señor, el rey, que me dé cartas para los gobernadores de la región del otro lado del río, para que me faciliten el viaje hasta Judá; y una carta dirigida a Asaf, encargado de los bosques reales, para que me suministren madera para las puertas de la ciudadela del templo, para el muro de la ciudad y para la casa donde me voy a instalar".

Gracias a Dios, el rey me concedió todo lo que le pedí. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 136 

R/. Tu recuerdo, Señor, es mi alegría.

Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos a llorar de nostalgia; de los sauces que estaban en la orilla colgamos nuestras arpas. R/.

Aquellos que cautivos nos tenían pidieron que cantáramos. Decían los opresores: "Algún cantar de Sión, alegres, cántennos". R/.

Pero, ¿cómo podríamos cantar un himno al Señor en tierra extraña? ¡Que la mano derecha se me seque si de ti, Jerusalén, yo me olvidara! R/.

¡Que se me pegue al paladar la lengua, Jerusalén, si no te recordara, o si, fuera de ti, alguna otra alegría yo buscara! R/.



ACLAMACIÓN (Sal 102, 21) 

R/.Aleluya, aleluya.

Que bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores fieles que cumplen su voluntad. R/.


Sus ángeles en el cielo ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo.

Del santo Evangelio según san Mateo: 18, 1-5. 10


En cierta ocasión, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Quién es el más grande en el Reino de los cielos?"

Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y les dijo: "Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos. Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los cielos. Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí.

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, pues yo les digo que sus ángeles, en el cielo, ven continuamente el rostro de mi Padre, que está en el cielo". 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos en la festividad de tus santos ángeles, y concédenos que su continua protección nos libre de los peligros presentes y nos guíe a la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Sal 137, 1)

En presencia de los ángeles cantaremos, Dios nuestro, tu alabanza.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, tú que nos has alimentado con el Cuerpo y la Sangre de nuestro Redentor, condúcenos por medio de tus santos ángeles, al encuentro glorioso con Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

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