martes, 15 de enero de 2013

LECTURAS DEL MARTES I DEL T. ORDINARIO 15 DE ENERO



Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea.





ANTÍFONA DE ENTRADA (Cfr. Si 36, 18-19)

Señor, concede la paz a los que en ti esperan; escucha, las oraciones de tus hijos y guíanos por el camino de la justicia.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que llamas hijos tuyos a los que promueven la paz, concédenos trabajar incansablemente por establecer la justicia, sin la cual es imposible garantizar una paz autentica y duradera. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

Convenía que Dios consumara en la perfección, mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación.

De la carta a los hebreos: 2, 5-12


Hermanos: Dios no ha sometido a los ángeles el nuevo orden de la salvación, del cual estamos hablando. Un salmo lo atestigua solemnemente diciendo: Qué es el hombre, para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad. Todo lo sometiste bajo sus pies. Al decir aquí la Escritura que Dios le sometió todo, no se hace ninguna excepción. Es verdad que ahora todavía no vemos el universo entero sometido al hombre; pero si vemos ya al que por un momento Dios hizo inferior a los ángeles, a Jesús, que por haber sufrido la muerte, está coronado de gloria y honor. Así, por la gracia de Dios, la muerte que El sufrió redunda en bien de todos.

En efecto, el creador y Señor de todas las cosas, quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso convenía que Dios consumara en la perfección, mediante el sufrimiento, a Jesucristo, autor y guía de nuestra salvación.

El santificador y los santificados tienen la misma condición humana. Por eso no se avergüenza de llamar hermanos a los hombres, cuando dice: Hablare de ti a mis hermanos; en medio de la asamblea te alabare. 

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 8 

R/. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos.

¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? R/.

Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren los caminos de las aguas. R/.



ACLAMACIÓN (Cfr. 1 Ts 2, 13) 

R/. Aleluya, aleluya.

Reciban la palabra de Dios, no como palabra humana, sino como palabra divina, tal como es en realidad. R/.


No enseñaba como los escribas, sino como quien tiene autoridad.

Del santo Evangelio según san Marcos: 1, 21-28


En aquel tiempo, llegó Jesús a Cafarnaúm y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.

Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: "¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios". Jesús le ordeno: "¡Cállate y sal de él!". El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: "¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen". Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea. 

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te ofrecemos, Señor, bajo los signos sacramentales del pan y del vino, el sacrificio de tu Hijo, rey de la paz, para que este misterio de unidad y de amor, reafirme la fraternidad entre todos tus hijos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 5, 9)

Bienaventurados los que procuran la paz, porque llamados hijos de Dios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, el espíritu de tu amor, a fin de que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fomentemos entre todos los hombres la paz que Él mismo nos dejó. Por Jesucristo, nuestro Señor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario