miércoles, 29 de agosto de 2012

LECTURAS DEL MIÉRCOLES XXI DEL T. ORDINARIO 29 DE AGOSTO MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA



"Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".






ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 118, 46-47)

Sin temor alguno he expuesto tu ley ante los reyes y he repetido tus preceptos porque en verdad los amo.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que elegiste a san Juan Bautista para preparar, con su predicación y ejemplo, la venida de Cristo y dar con su muerte testimonio de la verdad y la justicia, concédenos, por su intercesión, anunciar y atestiguar con nuestra vida toda la verdad del Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

El que no quiera trabajar, que no coma.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses: 3, 6-10. 16-18


Hermanos: Les mando, en nombre del Señor Jesucristo, que se aparten de todo hermano que viva ociosamente y no según la enseñanza que de mí recibieron. Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme para no serles gravoso. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Así, cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez. “El que no quiera trabajar, que no coma".


Que el Señor de la paz les conceda su paz siempre y en todo. Que el Señor esté con todos ustedes. Este saludo es de mi puño y letra. Así firmo yo, Pablo, en todas mis cartas; ésta es mi letra. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.

Palabra de Dios. 

Te alabamos, Señor.



Del salmo 127 

R/. Dichoso el que teme al Señor.


Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos: comerá del fruto de su trabajo, será dichoso, le irá bien. R/.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor: "Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida". R/.



ACLAMACIÓN (Mt 5, 10) 



R/. Aleluya, aleluya.


Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor. R/.


Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista.

Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 17-29


En aquel tiempo, Herodes había mandado apresar a Juan el Bautista y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: "No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano". Por eso Herodes lo mandó encarcelar.

Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida, pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo.

La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: "Pídeme lo que quieras y yo te lo daré". Y le juró varias veces: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".

Ella fue a preguntarle a su madre: "¿Qué le pido?". Su madre le contestó: "La cabeza de Juan el Bautista". Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: "Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista". El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre.

Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.

Palabra del Señor. 

Gloria a ti, Señor Jesús.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Que el sacrificio que vamos a ofrecerte nos dé fuerzas, Señor, para mantenernos fieles a la justicia y a la verdad que san Juan Bautista anunció con su palabra y defendió con su sangre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO


En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.


Ya que en la persona de su precursor, Juan el Bautista, podemos alabar tu magnificencia, que lo distinguió con particular honor entre todos los hombres. Él fue, en su nacimiento, ocasión de gran júbilo y aun antes de nacer, saltó de gozo por la visita del Salvador. Sólo a él fue dado entre todos los profetas presentar al Cordero, Redentor del mundo. Bautizó con el agua que habría de quedar santificada, al mismo autor del bautismo, por quien mereció dar el testimonio supremo de su sangre. Por eso, unidos a los ángeles, te aclamamos llenos de alegría: Santo, Santo, Santo...


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 3, 2t 30)

Refiriéndose a Jesús, Juan Bautista decía a sus discípulos: Es preciso que Él crezca y que yo disminuya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Señor, comprender y venerar profundamente la Eucaristía que hemos celebrado en la conmemoración del martirio de san Juan Bautista y experimentar en nuestra vida sus frutos redentores. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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