viernes, 5 de agosto de 2011

LECTURAS DEL VIERNES XVIII DEL T. ORDINARIO 5 DE AGOSTO

LA VIDA PERDIDA ES VIDA ENCONTRADA





El autor del discurso introductorio al libro del Deuteronomio está profundamente convencido que Dios ha seguido paso a paso la historia de su pueblo. Las migraciones, la marcha por el desierto y la instalación en la tierra, no fueron resultado del azar o la coincidencia, sino de la decisión de Dios que quería acompañar el caminar de su pueblo. Desde esa certeza se podrán enfrentar los retos del porvenir. El Señor Jesús alienta a sus discípulos a vivir su propia existencia en clave paradójica, asumiendo el riesgo de hipotecar la propia vida para no perderla jamás. Efectivamente, quien incorpore los proyectos que acarrean paz y justicia a sus quehaceres ordinarios, quien practique cotidianamente la solidaridad y la compasión, alcanzará la plenitud de la vida.


ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 32, 11. 19)

Los proyectos de su corazón subsisten de edad en edad, para librar de la muerte la vida de sus fieles, y reanimarlos en tiempo de hambre.

ORACIÓN COLECTA

Haz, Señor, que nos revistamos con las virtudes del corazón de tu Hijo, y nos encendamos con el amor que lo inflama, para que, asemejándonos a Él, merezcamos participar de la eterna redención. Por nuestro Señor Jesucristo...

LITURGIA DE LA PALABRA

El Señor amó a tus padres y después eligió a sus descendientes.


Del libro del Deuteronomio: 4, 32-40


En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: "Pregunta a los tiempos pasados, investiga desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra. ¿Hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, una cosa tan grande como ésta? ¿Se oyó algo semejante? ¿Qué pueblo ha oído, sin perecer, que Dios le hable desde el fuego, como tú lo has oído? ¿Hubo algún dios que haya ido a buscarse un pueblo en medio de otro pueblo, a fuerza de pruebas, de milagros y de guerras, con mano fuerte y brazo poderoso? ¿Hubo acaso hechos tan grandes como los que, ante sus propios ojos, hizo por ustedes en Egipto el Señor su Dios?


A ti se te ha concedido ver todo esto, para que reconozcas que el Señor es Dios y que no hay otro fuera de Él. Desde el cielo hizo resonar su voz para enseñarte; en la tierra te mostró aquel gran fuego y oíste sus palabras que salían del fuego. Él amó a tus padres y después eligió a sus descendientes. Con su gran poder, en persona, te sacó de Egipto. Desposeyó ante ti a pueblos más grandes y fuertes que tú. Te hizo entrar en su tierra y te la dio en herencia, como puedes comprobarlo.

Reconoce, pues, y graba hoy en tu corazón que el Señor es el Dios del cielo y de la tierra y que no hay otro. Cumple sus leyes y mandamientos, que yo te prescribo hoy, para que seas feliz tú y tu descendencia, y para que vivas muchos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre". 

Palabra de Dios.

 Te alabamos, Señor.




Del salmo 76 

R/. Recordaré los prodigios del Senor.



Recuerdo los prodigios del Señor, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus maravillas. R/.


Dios mío, tus designios son santos. ¿Qué dios es tan grande como nuestro Dios? Tú, Dios nuestro, hiciste maravillas y les mostraste tu poder a los pueblos. R/.


Con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. Condujiste a tu pueblo como a un rebaño, por medio de Moisés y de Aarón. R/.




ACLAMACIÓN (Mt 5, 10) 


R/. Aleluya, aleluya.


Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos, dice el Señor. R/.





¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?



Del santo Evangelio según san Mateo: 16, 24-28



En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla?



Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces dará a cada uno lo que merecen sus obras. Yo les aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán, sin haber visto primero llegar al Hijo del hombre como rey".

 Palabra del Señor.

 Gloria a ti, Señor Jesús.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Dios nuestro, Padre misericordioso, que por el inmenso amor con que nos has amado, nos diste con inefable bondad a tu Hijo único, concédenos que, identificados con Él en una perfecta unidad, te ofrezcamos una digna oblación. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 7, 37-38)


Dice el Señor: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. De aquel que cree en mí, brotarán ríos de agua viva.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Habiendo participado de tu sacramento de amor, te pedimos, Señor, la gracia de parecernos a Cristo aquí en la tierra, para merecer compartir su gloria allá en el cielo, con Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario