jueves, 23 de junio de 2011

LECTURAS DEL JUEVES DEL CORPUS CHRISTI 23 DE JUNIO

EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO


VIVIRÁ PARA SIEMPRE




SAN JOSÉ CAFASSO


Dt 8, 2-3. 14-16; 1 Co 1, 16-17; Jn 6, 51-58




La comida es una de las necesidades básicas de las personas. A veces nos preocupa tanto que dedicamos demasiado tiempo para conseguirla. Otras personas viven en condiciones tan adversas que se podría afirmar que, viven para comer. En realidad, el libro del Deuteronomio, nos dice que no basta con preocuparnos solamente por saciar nuestras necesidades materiales. El pasaje final del discurso sobre el Pan de la vida, lo reafirma el Señor Jesús: Él ofrece un alimento que colma y llena de sentido la existencia de sus discípulos. La plenitud de la vida se alcanza cuando se aprende a vivir donándose como vivió Jesús. De ese alimento nos participa la Eucaristía y nos anticipa el acceso a la vida que no acaba.




ANTÍFONA DE ENTRADA (Sal 80, 17)


Alimentó a su pueblo con lo mejor del trigo y lo sació con miel sacada de la roca.


Se dice Gloria.


ORACIÓN COLECTA


Señor nuestro Jesucristo, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos.




LITURGIA DE LA PALABRA


Te di un alimento que ni tú ni tus padres conocían.



Del libro del Deuteronomio: 8, 2-3. 14-16
En aquel tiempo, habló Moisés al pueblo y le dijo: "Recuerda el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para ponerte a prueba y conocer si ibas a guardar sus mandamientos o no.


Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que ni tú ni tus padres conocían, para enseñarte que no sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.


No sea que te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto y de la esclavitud; que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, lleno de serpientes y alacranes; que en una tierra árida hizo brotar para ti agua de la roca más dura, y que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres".


Palabra de Dios.


Te alabamos, Señor.



Del salmo 147

R/. Bendito sea el Señor.

Glorifica al Señor, Jerusalén, a Dios ríndele honores, Israel. Él refuerza el cerrojo de tus puertas y bendice a tus hijos en tu casa. R/.

Él mantiene la paz en tus fronteras, con su trigo mejor sacia tu hambre. El envía a la tierra su mensaje y su palabra corre velozmente. R/.

Le muestra a Jacob sus pensamientos, sus normas y designios a Israel. No ha hecho nada igual con ningún pueblo ni le ha confiado a otro sus proyectos. R/.



El pan es uno y los que comemos de ese pan formamos un solo cuerpo.



De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios: 10, 16-17
Hermanos: El cáliz de la bendición con el que damos gracias, ¿no nos une a Cristo por medio de su sangre? Y el pan que partimos, ¿no nos une a Cristo por medio de su cuerpo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos comemos del mismo pan.

 Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.





SECUENCIA




(Puede omitirse o puede recitarse en forma abreviada, comenzando par la estrofa: "El pan que del cielo baja ").




Al Salvador alabemos,
que es nuestro pastor y guía.
Alabémoslo con himnos
y canciones de alegría.




Esto nuevo, siempre nuevo,
es la luz de la verdad.
que sustituye a lo viejo
con reciente claridad.




Alabémoslo sin límites
y con nuestras fuerzas todas;
pues tan grande es el Señor,
que nuestra alabanza es poca.




Gustosos hoy aclamamos
a Cristo, que es nuestro pan.
pues El es el pan de vida
que nos da vida inmortal.




Doce eran los que cenaban
y les dio pan a los doce.
Doce entonces lo comieron,
y, después, todos los hombres.




Sea plena la alabanza
y llena de alegres cantos;
que nuestra alma se desborde
en todo un concierto santo.




Hoy celebramos con gozo
la gloriosa institución
de este banquete divino,
el banquete del Señor.




Esta es la nueva Pascua,
Pascua del único Rey,
que termina con la alianza
tan pesada de la ley.




En aquella ultima cena
Cristo hizo la maravilla
de dejar a sus amigos
el memorial de su vida.




Enseñados por la Iglesia,
consagramos pan y vino,
que a los hombres nos redimen,
y dan fuerza en el camino.




Es un dogma del cristiano
que el pan se convierte en carne,
y lo que antes era vino
queda convertido en sangre.




Hay cosas que no entendemos,
pues no alcanza la razón;
mas si las vemos con fe,
entraran al corazón.




Bajo símbolos diversos y
en diferentes figuras,
se esconden ciertas verdades
maravillosas, profundas.




Su sangre es nuestra bebida;
su carne, nuestro alimento;
pero en el pan o en el vino
Cristo esta todo completo

Quien lo come, no lo rompe,
no lo parte ni divide;
El es el todo y la parte;
vivo esta en quien lo recibe.




Cuando parten lo exterior,
solo parten lo que has visto;
no es una disminución
de la persona de Cristo.




Puede ser tan solo uno
el que se acerca al altar,
o pueden ser multitudes:
Cristo no se acabara.
Lo comen buenos y malos,
con provecho diferente;
no es lo mismo tener vida
que ser condenado a muerte.




A los malos les da muerte
y a los buenos les da vida.
¡Que efecto tan diferente
tiene la misma comida!




El pan que del cielo baja
es comida de viajeros.
Es un pan para los hijos.
¡No hay que tirarlo a los perros!




Isaac, el inocente,
es figura de este pan,
con el cordero de Pascua
y el misterioso mana.




Ten compasión de nosotros,
buen pastor, pan verdadero.
Apaciéntanos y cuídanos
y conducenos al cielo.




Si lo parten, no te apures
solo parten lo exterior;
en el mínimo fragmento
entero late el Señor.




Todo lo puedes y sabes,
pastor de ovejas, divino.
Concedenos en el cielo
gozar la herencia contigo. Amen.










ACLAMACIÓN (Jn 6, 51) 


R/. Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este pan vivirá para siempre. R/.












Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.




Del santo Evangelio según san Juan: 6, 51-58


En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida".

Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?".

Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por El, así también el que me come vivirá por mí.

Éste es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre".


Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.

Credo



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, concede a tu Iglesia los dones de la unidad y de la paz, simbolizados en las ofrendas sacramentales que te presentamos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO I DE LA EUCARISTÍA




En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.




El cual, verdadero y eterno sacerdote, al instituir el sacramento del sacrificio perdurable, se ofreció a ti como víctima salvadora, y nos mandó que lo ofreciéramos como memorial suyo. Cuando comemos su carne, inmolada por nosotros, quedamos fortalecidos; y cuando bebemos su sangre, derramada por nosotros, quedamos limpios de nuestros pecados.

Por eso, con los ángeles y los arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo...



ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Jn 6, 56)




El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor.





ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN




Concédenos, Señor, disfrutar eternamente del gozo de tu divinidad que ahora pregustamos, en la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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