miércoles, 20 de abril de 2011

LECTURAS DEL MIERCOLES SANTO 20 DE ABRIL

"UNO DE USTEDES ME VA A ENTREGAR"




Is 50, 4-9; Mt 26, 14-25


La seguridad y la fortaleza que manifiesta este personaje anónimo, desconcierta a los lectores que releemos su enorme declaración de confianza. Ni los ultrajes, ni la violencia física lograron doblegarlo. El secreto de su perseverante fortaleza es sencillo de formular: está cierto y seguro de que no le faltará jamás el auxilio divino. Provisto de esa misma certidumbre el Señor Jesús fue encaminándose a Jerusalén, ahí se dispuso a celebrar una cena de despedida con sus discípulos y de antemano, en ese banquete íntimo, asoció su próxima muerte con la salvación de toda la humanidad.


ANTÍFONA DE ENTRADA (Flp 2, 10. 8. 11)


Que al nombre de Jesús, todo ser viviente, en el cielo, en la tierra y en el abismo, caiga de rodillas, porque el Señor aceptó por obediencia hasta la misma muerte, y una muerte de cruz. Por esto confesamos, para gloria de Dios Padre, que Jesucristo es el Señor.


ORACIÓN COLECTA


Padre misericordioso, que para librarnos del poder del enemigo quisiste que tu Hijo sufriera por nosotros el suplicio de la cruz, concédenos alcanzar la gracia de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo...


LITURGIA DE LA PALABRA


No he sustraído mi rostro a los insultos y salivazos.



Lectura del libro del profeta Isaías: 50, 4-9




En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento.

Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia, ni me he echado para atrás.

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro a los insultos y salivazos.

Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado. Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?".


Palabra de Dios.


Te alabamos, Señor.



Del salmo 68


 R/. Por tu bondad, Señor, socórreme.



Por ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia, en mí recae. R/.

La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; busco quien me consuele y no lo encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. R/.

En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R/.



ACLAMACIÓN


 R/. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.


Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas. R/.









¡Ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado!



Lectura (Proclamación) del santo Evangelio según san Mateo: 26, 14-25





En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?". Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregárselo.


El primer día de la fiesta de los panes Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: "¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?". Él respondió: "Vayan a la ciudad, a casa de fulano y díganle: 'El Maestro dice: Mi hora está ya cerca. Voy a celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa' ". Ellos hicieron lo que Jesús les había ordenado y prepararon la cena de Pascua.

Al atardecer, se sentó a la mesa con los Doce, y mientras cenaban, les dijo: "Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme". Ellos se pusieron muy tristes y comenzaron a preguntarle uno por uno: "¿Acaso soy yo, Señor?". El respondió: "El que moja su pan en el mismo plato que yo, ése va a entregarme. Porque el Hijo del hombre va a morir, como está escrito de Él; pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre va a ser entregado! Más le valiera a ese hombre no haber nacido". Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: "¿Acaso soy yo, Maestro?". Jesús le respondió: "Tú lo has dicho".



Palabra del Señor.


Gloria a ti, Señor Jesús.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS



Acepta, Señor, los dones que te presentamos y concédenos la gracia de traducir en una vida de amor y de obediencia a tu voluntad, el misterio de la pasión de tu Hijo, que estamos celebrando. Por Jesucristo, nuestro Señor.



PREFACIO II DE LA PASIÓN DEL SEÑOR



En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación darte gracias y alabarte siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro.


Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y de la gloriosa resurrección de Jesucristo, nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.


Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza: Santo, Santo, Santo...



ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN (Mt 20, 28)


El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida para redención de todos.



ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN


Concédenos, Señor, Dios nuestro, creer profundamente que por la muerte de tu Hijo, padecida en el Calvario y anunciada en cada Eucaristía, tú nos has dado la vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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